lunes, 21 de mayo de 2012

Taxi driver (1976)

Nueva York siempre ha sido una ciudad que me ha transmitido muchísimas cosa pero ante todo, curiosidad y fascinación. No son los neones de Broadway los que me ciegan sino, el latido de esa ciudad con alma propia, tan fría y tan caliente a la vez. Scorsese nos muestra la realidad más allá del glamour, la otra cara de la moneda.

Este film cuenta la historia de Travis (Robert de Niro) un joven que tras su regreso de la guerra de Vietnam es incapaz de conciliar el sueño. Para hacer más llevaderas sus noches, conduce un taxi por las calles de Nueva York. Es una persona poco sociable que deambula por una ciudad llena de ruido. Frecuentando cines para adultos, entre violencia y la sordidez, decide pasar a la acción.

La fotografía de Michael Chapman nos enseña el Nueva York de los barrios bajos. Una ciudad húmeda, mal oliente sin esperanzas que atormenta al protagonista. La cámara muestra esa frustración en las humeantes calles neoyorkinas  mientras oímos la genial banda sonora de Herrmann. Esas notas consiguen impregnar todo en un clima de sudor, bochorno, olor a whisky barato. 
 
Una historia de autodestrucción y violencia casi surrealista. Un profunda crítica a la corrupta e hipócrita sociedad americana de la época. La evolución de su protagonista que pasa de un aptitud de espectador ante el mundo que le rodea a tomarse la justicia por su cuenta.


miércoles, 9 de mayo de 2012

Intocable (2011)

Maravillosa cinta francesa que te deja con una sonrisa en los labios.  Tengo que confesar que el cine francés no es mi fuerte. No se que me ocurre con los autores de este país pero rara vez descubro una cinta que me gusten al 100% He visto pelis muy buenas pero, siento que al cabo de una hora de metraje, no acaban de conectar conmigo y mira que hay cine más pesado que ese. Uno de mis cineastas favoritos es Ingmar Bergman y precisamente no es famoso por la ligereza en sus películas.

La cuestión es que, hay algo que tiene el cine de ese país que no acaba de convencerme. Intocable fue una toda una sorpresa. Son de ese tipo de películas que disfrutas desde el minuto uno. Rezuma  inteligencia, empatía y unas ganas de vivir que transpasan la pantalla. No es el cine francés de blablabla y lecciones morales. El peso de la cinta lo llevan sus protagonistas que saben desarrollar un historia basada en hechos reales. Ese discapacitado rico que interpreta Francois Cluzet, un veterano en esto del cine, borda un papel nada fácil de interpretar. Por otro lado Omar Sy, dando vida a un joven emigrante que intenta sobrevivir y encontrarse a si mismo. A pesar de las diferencias sociales  entre ambos, se produce un relación de mutualismo que nos deja con una sonrisa en el corazón. 

El plano técnico destacar esos primeros minutos de metraje donde ambos recorren un precioso París nocturno y esa mirada perdida de Philippe a través de la ventana del coche.

Las luces, la ciudad, una música minuciosamente estudiada.... En resumen, una preciosa lección de vida muy bien contada.